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Cáncer, la lucha de todos.

¡Vamos campeona!

¡Ánimo con tu lucha!

¡Hasta el final!

¡Ánimo guerrera!

¡No dejes de luchar!

No, no ha dejado de luchar, no se ha dejado vencer. Se la ha llevado. 

Hay quién se atreve a decir que toda enfermedad es puramente una cuestión emocional, que es un desajuste emocional con una parte de tu pasado. ¿En serio? ¿Crees que si fuera tan fácil, no harían lo posible los médicos por tratar de ayudarnos con nuestro pasado para no enfermar? ¿En serio crees tan cruel a la sociedad como para hacer que tantísima gente muera por cáncer o que tantísima gente tenga enfermedades crónicas? No. Existe algo llamada genética y algo llamado factores externos, como contaminación, alimentos y tóxicos que ingerimos que interfieren en nuestro cuerpo para "activar" ciertas enfermedades. No digo que el estado emocional no pueda influir, de hecho creo que juega un papel importante en nuestras vidas, pero en lo que a salud se refiere, no es blanco o negro. En mi caso y en lo que he podido vivir de cerca, la salud interfiere en nuestro estado de ánimo, al revés de lo que pueden pensar muchos.

No soy médico ni bióloga, pero soy hija de médico y de enfermera. Mi padre era un apasionado por su trabajo (hablo en pasado porque está jubilado). Mi madre otra que tal, era capaz de sacar sangre hasta de la vena más oculta, tratar a sus pacientes como si fueran de su sangre, era su devoción cuidar. Mi padre siempre decía que si pudiera trabajaría gratis. Dos enamorados de la medicina, os podéis imaginar cómo eran las sobremesas, lecciones puras de vida, de supervivencia, casos super interesantes, otros tristes, otros tocaban más en profundidad.... 

Lo que no se imaginaba nunca mi padre, es que le tocaría cuidar de su mujer a tan temprana edad. El verano de 2013 mis padres se fueron unos días a "hacer de abuelos" con mi hija mayor. Se fueron a Jaca de vacaciones, después de un año duro de pelar. Mi madre venía de un año lleno de noches en la cuarta planta del hospital con sus compis de trabajo, batallitas contaba. Durante las vacaciones le dio un dolor de cabeza punzante, pero se tomaba paracetamol y parecía que iba a mejor. Mi madre era la mujer más fuerte que he conocido jamás. Nunca se quejaba por nada. Renegar si, pero quejarse... Poquito. 

Por descartar, decidió ir al neurólogo. Y por descartar le hicieron una resonancia. ¡Joder! Menos mal que sólo era por descartar... Aparecieron las "canicas". Así fue cómo se refería al tumor cuando hablaba con mi hija. Luego ya le cambió el nombre y pasó a ser el polizón. ¡Cuánta guerra dio el polizón!

Mi padre en ese momento empezaba a vivir lo que para él fue una pesadilla. Para él y para todos. No sabéis la de veces que he intentado ponerme en su piel de médico y ver que tantísimos años de trabajo y de estudio no están sirviendo para salvar a su mujer. Sólo podía cuidarla, entre impotencia y tristeza, desconsolación y miedo. 

¿Y si no estoy haciendo todo lo que debo?
¿Y si hiciera más?
¿Hablo con los médicos?
Quiero estar todo el rato a su lado... 

Cuando cuidas al enfermo, nunca te parece estar haciendo lo suficiente. Todos hicimos lo que creíamos o pudimos. Cada uno a su manera y dentro de sus posibilidades. Lo importante, creo, es estar tranquilo con lo que haces. Asegurarte de que haces lo que puedes y no lo que debes, desde el corazón y no desde la obligación. Si sientes que lo haces por obligación, mejor deja paso a quién lo haga desde el corazón. 

Los ultimos meses fueron demasiado...

Agotadores, tristes...

El cancer se la llevó. 

Pero ella nunca luchó,

porque nunca fué a la guerra,

ni nunca fué derrotada,

simplemente el cáncer se la llevó. 



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